Entrega de los certificados día miércoles 15/10, 19:30 hs junto a la videoconferencia de Hernán Pacurucu,Ecuador (subsuelo del taller de escultura, Santa Fe 1356)
jueves, 16 de octubre de 2014
sábado, 11 de octubre de 2014
sábado, 2 de agosto de 2014
El perpetuo estado de "tensión" en la obra de Michael López Murillo
“La
literatura está hecha para que la protesta humana sobreviva al naufragio de los
destinos individuales”
Sartre
¿Cómo es posible pensar que la
miseria de nuestra vida, y de la vida humana en general, puede constituir una
base suficiente para la creación? ¿Cómo cabe pensar que semejante don puede
remitirse al vacío de ser, en el que agitamos nuestra naturaleza creada? ¿Cómo
podemos pensar la posibilidad de una actividad creativa, cuando, junto a su
metafísica imposibilidad, nosotros hemos sido testigos, en el desastre reciente
de nuestra revolución, de la incumbencia de la nada?
Toni Negri
Arrancando con el análisis de la obra
del artista colombiano Michael López Murillo, creo que es de suma importancia
corroborar sobre todo su posicionamiento dentro de la práctica del arte ya que
esa carga ideológica es la que nos podrá sumergir en su mundo y así poder
navegar en ese mar de propuestas críticas a las que llamamos sus obras.
Para ello como respuesta a la pregunta
realizada a Michael: ¿cómo te consideras?, la respuesta seguida y casi instantánea
es: “más que un artista plástico, un artista crítico” [1].
Eso nos remite a la posición en la que se ubica este artista frente a su mundo,
su posicionamiento crítico frente a una realidad dada nos lleva a entender el
trabajo de un artista como un intelectual de la diáspora.
En este sentido, el “intelectual diaspórico”
de Homi Bhabha emergería como un intelectual que no está anclado en la disciplina
universitaria sino que está comprometido directamente con su espacio,
invirtiendo el status del intelectual al ubicarlo fuera de universidad[2],
a esto habría que añadir el aporte que da Gramsci cuando se refiere a la
posibilidad no solo del intelectual de generar filosofía, sino también le da
esa posibilidad al analfabeto, en Gramsci habría un desplazamiento del
intelectual orgánico hacia la política de las identidades, a los negros,
indígenas, migrantes, gay, etc. Para Gramsci el intelectual orgánico debe
trabajar en dos frentes, el primero, el del trabajo teórico intelectual, no
solamente tener el conocimiento del intelectual tradicional, sino saber
profundamente más que éste, y segundo, este intelectual orgánico no puede
absolverse a sí mismo de no transmitir esas ideas aquellos que no pertenezcan
profesionalmente a la clase intelectual.
Para Stuart Hall somos intelectuales
orgánicos del pesimismo del intelecto, sin ningún referente y sin ninguna
batalla que realizar, sin ningún punto de referencia, intelectuales orgánicos
con la nostalgia, la voluntad o la esperanza de que en algún momento apareciera
la coyuntura necesaria para desde el trabajo intelectual enfrentar una relación
de pugnas, como él nos dice: “en realidad estábamos más bien preparados para
imaginar, modelar o estimular esa relación en su ausencia: “pesimismo del
intelecto, optimismo de la voluntad”.[3] Para Hall la cultura es vista como una
práctica política y como tal no pueden anclarse en un determinado momento
teórico, es por esto que la concepción de cultura para él es de “mudanza”, no
hay un sitio claro en esta situación flotante y nómada.
Esta posibilidad de mudanza es la que
le permite a Michael López Murillo indagar sobre diversos temas, diversas
técnicas, diversos métodos y diversas disciplinas, las necesarias para no
comprometerse con un estilo, una firma de autor, o un ejercicio repetitivo propio
del artista moderno, sino más bien relegar la práctica del arte a un contenido
y ese contenido viabilizarlo por medio de los requerimientos que esa obra
necesita; por ello en López Murillo el concepto le antecede a la destreza.[4]
Entonces –y continuando con este
enfoque– el intelectual de la diáspora es un intelectual comprometido, que
encuentra su accionar en un campo totalmente disperso, disgregado, y diseminado que se definiría como un
proyecto político, nos viene la pregunta ¿qué pasaría el instante en que
trataría de desplegar alguna clase de intervención teórica coherente?, resulta
muy difícil por no decir imposible lograr una explicación teórica adecuada de
las relaciones culturales y sus efectos, entonces los asuntos teóricos, y los
políticos jamás se resuelven, provocando una gran tensión, la cual es la
esencia misma de este debate, que no intenta resolver esta tensión sino que
pretende vivir en un estado permanente de tensión, como diría Hall: “si uno
pierde noción de la tensión, uno puede hacer trabajos intelectuales muy finos,
pero perder la práctica intelectual como política.” [5]
Riesgo a correr
cuando algo se institucionaliza y pierde su fuerza crítica, como lo que sucedió
en la historia de las vanguardias artísticas en donde observamos cómo cada una
de ellas desde el impresionismo, pasando por el surrealismo, el dada, el land art, el cubismo, el fauvismo, hasta
las segundas vanguardias como el pop, neoexpresionismo, conceptualismo, etc., perdieron
su fuerza crítica al ser absorbidas por el aparato institucional, así como la
industria cultural y el mercado del arte.
Esa forma de vivir en un estado de tensión,
en el trabajo de López es el que le permite que su producción no se diluya en
el cómodo campo de lo instituido y mantenga su componente crítico. Componente
critico que fácilmente lo identificamos en trabajos como:
Redireccionando (2013), La moda no
incomoda... deforma (2013), Serie Morfotopías (2011 continua hasta la fecha),
Pigmentocracia (2013),
Programación neuro-consumista
(2013), Instrumentos de tortura (2012), Serie rituales de supervivencia (2013),
entre otros tantos.
Retomo nuevamente las palabras de
Stuart Hall para insistir sobre la seriedad ética y moral del trabajo del
intelectual orgánico, en este caso del artista:
“Vuelvo
a la seriedad moral del trabajo intelectual. Vuelvo a la distinción crítica
entre trabajo intelectual y trabajo académico: estos se traslapan, se tocan
entre sí, se alimentan entre sí: el uno proporciona las herramientas para hacer
el otro, pero no son la misma cosa. Regreso a la dificultad de construir una
genuina práctica cultural crítica, que está destinada a producir un trabajo
orgánico, intelectual y político que no trata de inscribirse a sí mismo en la
meta-narrativa de saberes logrados, en competencia, que tiene que ser debatidos
en un modo dialógico. Pero también como la práctica que siempre piensa en su
intervención en un mundo en el cual logrará alguna diferencia. Finalmente, una
práctica que entiende la necesidad por la modestia intelectual. Pienso que allí
está toda la diferencia entre el entendimiento de la política del trabajo
intelectual y la substitución del trabajo intelectual por la política.” [6]
Entendido así, el trabajo
intelectual no es un estratagema de
poder de una élite culturalmente privilegiada y que no se vincula con los
problemas terrenales, sino que la función de la teoría dentro del proceso político
es por el contrario la que abre un espacio que dinamiza y potencializa la idea de subvertir y reemplazar implícita
en la militancia política.
Entonces, lejos de pensar que ya todo
está concluido, es preciso pensar –tal como lo refiere José Luis Brea que
todavía queda mucha tarea por hacer, sobre todo en las prácticas culturales,
les es dado la reactivación política de la actividad artística y al artista le
toca diseñar dispositivos activistas, modelos de intervención, y máquinas de
guerra, que nos permitan rebasar esa apatía, parafraseando a Virilio, diríamos
que tendríamos que sobresaltar al otro,
electrocutarlo, desactivarlo, como nos explica, el terrorismo no es sólo un
fenómeno político, es también un fenómeno artístico. En las periferias el
dialogo es remplazado por la violencia por lo que es el puñetazo el que
devuelve a la realidad, cuando se carece de palabras, como la metáfora que nos
propone del niño ciego sordo y mudo de los 50tas que está aislado del mundo y
que un golpe le devuelve el habla.
Y en este sentido esos modelos críticos
de intervención se los ve fácilmente en la obra de López Murillo en obras como:
Entretaiment art (2010), 15
minutos de fama (2012) o Basic Colección (2011).
Para terminar y a manera de
conclusión diríamos que la máxima responsabilidad a la que incumbe aspirar un
artista-intelectual crítico sería la de concebir un universo discursivo que
transgreda la propia disciplina para que se inserte dentro de la trama social y
desde la cotidianeidad de esos lugares, es decir a partir de la aniquilación de
los grandes metarrelatos y la lectura en reversa en el lenguaje de la
deconstrucción, intentar edificar propuestas creativas que sirvan a nuestros
propósitos. Solo así concebiremos la urgencia de una esencia cuyo propósito
esté basado en construir
un horizonte de sentido propio y una plataforma plural de discusión en la que
todos puedan tomar parte y que esta sea la manera en que nosotros nos
constituimos frente a un tipo de arte vinculado con los propósitos desde y para
el mercado.
Hernán Pacurucu Cárdenas
Crítico y curador de arte independiente
[1] Entrevista con el artista julio 2014.
[2] A pesar de que Michael López Murillo es profesor en Puebla, de lo
que se trata es de ir más allá del desarrollo académico de su proceso, lo cual
no quiere decir que no sea académico, sino que siendo académico su trabajo
supera este claustro para introducirse en una realidad.
[3]
Jameson Fredric, Sobre los Estudios Culturales, en: Estudios Culturales,
Reflexiones sobre el multiculturalismo, Ed. Paidos, Argentina, 1998 pág. 85
[4] En
palabras de Michael López Murillo: “Cuando creo una obra no pienso en hacer arte. Trabajo depurando y
estructurando conceptos en torno a la temática planteada, formuló analogías
inusuales luego busco los materiales (me refiero a cualquier material tangible
o intangible) adecuados para plasmarlos. Por ende no soy escultor, pintor,
grabador, electrónico, performer, fotógrafo, instalador, videoartista, new
media.... No me gustan las etiquetas. Soy un artista que no tiene un estilo,
tengo un discurso”
[5] Hall Stuart, Estudios Culturales y sus
legados teóricos pág. 5
[6] Hall Stuart, Estudios
Culturales y sus legados teóricos pág. 6
martes, 22 de julio de 2014
"La escasa difusión del arte contemporáneo ecuatoriano"
Publicado por
Unknown
Etiquetas:
arte contemporáneo
,
arte contemporáneo ecuatoriano
,
medios impresos
en
22:29
Entrevista para diario "El Mercurio" de la ciudad de Cuenca-Ecuador.
7 de junio de 2014
VER ENLACE: http://www.elmercurio.com.ec/438510-la-escasa-difusion-del-arte-contemporaneo-ecuatoriano/#.U89Hjvl5OSp
7 de junio de 2014
VER ENLACE: http://www.elmercurio.com.ec/438510-la-escasa-difusion-del-arte-contemporaneo-ecuatoriano/#.U89Hjvl5OSp
Inauguración de la Exposición La copia de la copia de la copia... (Puebla-México)
El 11 de julio de 2014 se llevó a acabo la inauguración de la exposición La copia de la copia de la copia en la Galería de Arte del Palacio Municipal, la muestra permanecerá hasta el día 3 de septiembre de 2014.
sábado, 19 de julio de 2014
martes, 8 de julio de 2014
domingo, 22 de junio de 2014
COLOQUIO DE ARTE CONTEMPORÁNEO ECUATORIANO
Los días 18, 19 y 20 de junio de 2014 se llevó a cabo el Primer Coloquio de Arte Contemporáneo Ecuatoriano, organizado por la Facultad de Artes de la Universidad de Cuenca.
El tema de la ponencia dentro del coloquio se denomina
"Implosión del campo de expansión": Sobre la tendencia
iniciada por Rosalind Krauss y potencializada luego por varios teóricos
posmodernos de llevar al arte a su linde, se ha manejado el reconocimiento y
apreciación de la obra de arte contemporáneo; parece ser que con estos
referentes evaluamos el arte hoy en día, es decir ya no por su valor estético
sino por su puesta en crisis de sus propios límites, frente a estas teorías
sobre la expansión del arte, proponemos una hipótesis que permite releer la
obra de arte de una forma diferente, lo cual a su vez estructura otras maneras
de teorizar sobre arte que no sean bajo la medida de su novedad.
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