miércoles, 13 de mayo de 2015

PURO CHILE: Una mirada de la producción artística chilena




Al cabo de seis años de mi primera visita a Santiago con pretexto de la inauguración de una curaduría presentada en el MAC de Santiago (Quinta Normal) y luego de continuas visitas (una a dos por año) tanto de orden académico como profesional, se fue elaborando en mí una suerte de intuición visual que apoyada por las visitas a los museos y la convivencia misma con los artistas han perfilado dentro de mí un criterio bastante peculiar de lo que aflora en el arte chileno contemporáneo y que se articula sobre los matices propios de quien mira el fenómeno desde la distancia, no tanto por ser un fiel husserliano que aplica el método fenomenológico como forma de investigación, sino más bien como un extranjero en un maravilloso país cuyas complejas problemáticas tanto en el plano social, político y por ende en el discurso artístico devienen maneras de comparación frente a las similares problemáticas ocurridas en mi mismo país.

De ahí que me resulta necesario mostrar mi realidad, entendida la realidad como esa “porción de mundo[1]” que uno indiscriminada y abusivamente percibe[2] o elabora a la manera de un constructo que a su vez le permite sentirse cómodo y con pleno dominio de su entorno, entendido así; la realidad no es mas que la ficción del mundo percibido a nuestro antojo.

Es así que esta realidad que para Wittgenstein no se accede ni con el lenguaje ni con el pensamiento encuentra en el arte “pensamiento estético” el modo de capturar la “verdad”.

Es por ello que mi realidad y por tanto mi verdad[3] chilena conciliada como “no hegemónica” solo puede ser establecida bajo un abanico de plurirrealidades y claro también pluriverdades, las cuales se cobijan bajo el manto de la experiencia y al mismo tiempo del desconocimiento[4] de una verdad universal y que en este caso como es el del arte chileno, proliferan en una amalgama de postulaciones tanto estéticas, conceptuales así como formales, las cuales he querido visualizar en esta muestra para que el espectador sienta un pedacito de esa rica variedad que posee el desarrollo del arte contemporáneo en el país del sur; en donde por poner un ejemplo; la individualidad[5] calculada (y siempre mirando hacia fuera) del artista santiagueño contrasta con ese sentido grupal[6] de los artistas de Valparaíso o la militancia de la gente de Concepción.

Visto así “lo real” como reflexión filosófica y a la vez convertido en sustantivo “la realidad”, se encuentra en la filosofía desde sus inicios presocráticos muy vinculada al concepto de “ser” siendo la realidad la manera primaria de ser (si entendemos al ser en su plenitud).

Por tanto mi “ser” seria también mi realidad lo cual me impide justificar mi selección de estos maravillosos artistas desde una perspectiva absolutista, esta selección es parte de mi ser como –experiencia mía–, lo cual tampoco descalifica mi trabajo investigativo de varios años, simplemente le hace justicia a muchos otros artistas que no están dentro de la muestra y que bajo otra mirada serian incluidos.

De esta manera el panorámico abanico de tendencias que van desde la formulación de espacios alternativos como producto artístico con: Ángela y Felipe Cura (Galería Temporal, Santiago), Simón Fuentes (Simbiotika Estudios, Talca), Marisol Frugone (Red NEKOe, Santiago/Valparaíso), Casa Nekoe, hasta foto performance con Mauricio Bravo pasando por las maquetas de Nemesio Orellana o los trabajos de fotografía, Alfredo da Venezcia, o Carlos Silva los montajes de Mariana Guzmán o el performance con Juvenal Barría, así como los videos de Angie Saiz y Mario Z, o los documentales de Francisco Huichaqueo y Maria José Rojas, las instalaciones de Claudia Osorio y las estrategias neoconceptuales de Arturo Cariceo constituyen la materia prima con la que he logrado sobrellevar mi “porción de mundo”, conciliada como “realidad fragmentada” de lo que se perfila como interesante en el arte chileno de estos tiempos.


   Hernán Pacurucu C.
Crítico y curador independiente












[1] En Wittgenstein el mundo es una parte de la realidad, el conjunto de cosas existentes, él llama “mundo” al conjunto de hechos que acaecen.
[2] Estos objetos que uno percibe en el pensamiento Wittgenstiano son objetos empíricos sabiendo que ni Dios ni el –yo– son objetos.
[3] Conociendo de antemano que la verdad no es única y que no se trata de elaborar metarrelatos o discursos impositivos.
[4] Luego de revisar, analizar, visitar y en general investigar todos estos años las prácticas artísticas más novedosas del arte chileno (revisando más de 200 carpetas y como 60 entrevistas) solo se puede llegar a cubrir una porción que para nada le hace justicia a la gama de artistas y tendencias que coexisten en este gran país.
[5] Lo cual no quiere decir que en Santiago no hay colectivos sino que los intereses de muchos de los colectivos parten de la idea del artista como individuo.
[6] Organizaciones como el CED Circuito de Espacios Domésticos, reúne a varios colectivos artísticos con un fin y un propósito bien definidos y cuyos objetivos parten de una suerte de lucha común y un interés por el otro.














CATÁLOGO ONLINE:




ESPACIOS COLABORATIVOS: 

La Comunidad Multidisciplinaria de Producción Cultural, NEKOe y su área “Visuales NEKOe” promueven la vinculación entre artistas y gestores autónomos para crear una red de producción de carácter transversal estableciendo estrategias asociativas para la difusión, formación y profesionalización artística nacional. Creemos que la vinculación entre las artes, los agentes culturales, el público y el mercado deben restablecer una “Economía Creativa” sustentable y justa, donde el protagonismo sean los intercambios de energías y las buenas prácticas sociales. Visuales NEKOe, son tres espacios de Santiago, Valparaíso y Villa Alemana, dedicados a la exhibición de arte y diseño contemporáneo, proyectos experimentales, sonoros, y residencias artísticas en contextos domésticos.
Alfredo Da Venezia, Mariana Guzmán, Caros Silva y Marisol Frugone.






Estudio Simbiotika es un espacio autónomo y de experimentación artística ubicado en el casco histórico de la ciudad de Talca-Chile. Se origina a partir de una iniciativa personal para dar respuesta a la necesidad de contar con un
espacio taller que, a través del tiempo, se transforma en un foco de encuentro y reflexión de artistas posibilitando la exposición y difusión de sus creaciones, abriéndose así a la comunidad como una opción interdisciplinaria, generando nexos entre las artes visuales, el diseño y la arquitectura para el desarrollo de proyectos que exploren nuevas formas de comunicación a través de la producción creativa de sus integrantes.

Simón Fuentes / Director Creativo / www.simbiotika.cl



Galería Temporal constituye un proyecto de intervención artística a la vez que un espacio transitorio y móvil de exhibición de arte contemporáneo. Se trata de una galería que aparece y desaparece en diferentes tiempos y lugares, utilizando esta autoimpuesta inconstancia como una condición de supervivencia. La relación del arte con el espacio público está en el centro de sus intereses pues busca ampliar las posibilidades de experimentar el arte contemporáneo
en la ciudad al irrumpir en espacios transitados por un público heterogéneo. El proyecto ha operado como una galería de arte reducida a su mínima expresión: una vitrina en un pasaje comercial emplazado en pleno casco histórico de la
ciudad de Santiago de Chile.

Ángela Cura y Felipe Cura / www.galeriatemporal.com


jueves, 7 de mayo de 2015

Una estética glacial: aproximación a la fotografía contemporánea de Rodrigo Etem






“...Tiempo atrás, el cuerpo fue metáfora del alma, después fue la metáfora del sexo, hoy ya no es la metáfora de nada, es el lugar de la metástasis, del encadenamiento maquinal de todos sus procesos, de una programación al infinito sin organización simbólica, sin objetivo trascendente, en la pura promiscuidad por sí misma que también es la de las redes y los circuitos integrados.”
Jean Baudrillard


Cuando observamos los retratos fotografiados denominados “SER COSA” de la serie 2010 del artista Rodrigo Etem lo primero que se me ocurre, por un lado, es el enfoque tanto conceptual como instrumental que el artista utiliza para desestabilizar la lógica de la realidad, generando fisuras en la razón, la cual se encuentra dada por la manera de percibir los objetos que -aunque habituales y cotidianos- se localizan reorganizados composicionalmente de manera distinta; dichos objetos mentalmente nos dan un aura familiar al mismo tiempo  que su distribución provoca un cortocircuito.

Y por otro lado para su análisis, se me ocurre aplicar una suerte de método histórico denominado “prosopografía”[1] (que estudia a la biografía de las personas en tanto miembros de un colectivo social) en la medida en que los personajes de esta serie suscitan problemáticas actuales inmediatas.

Desde esta perspectiva, esta serie de retratos que a primera vista se nos presentan como de seres extraterrestres, una vez que nos compenetramos con las imágenes nos resultan más familiares de lo que aparentan, “humanos demasiado humanos” tal vez más humanos de lo que figuran.

Y es que para la dialéctica negativa de Adorno el problema estaba dado en cómo ser humano en un mundo hostil para los humanos,  los personajes de Etem nos resultan tan naturales en la medida de que su presencia está fuera de la pose de los retratos de los reyes del pasado, más bien se asemejan a los obreros, campesinos, gente del pueblo en general, retratados por Gustave Courbet o los realistas[2] de mediados del siglo XIX, estos nuevos realistas son capturados por la cámara en el desarrollo habitual de su diario vivir, en el mundo hostil del desierto o del pantano o de la tempestad.

Dentro de la dinámica del personaje, pareciera que son seres asexuados o mas bien transexuales, no en el sentido anatómico del término, sino en el sentido que Baudrillard le da al transexual como el juego de la indiferencia sexual: 

“Todos somos transexuales. De la misma manera que somos potenciales mutantes biológicos, somos transexuales en potencia. Y ya no se trata de una cuestión biológica. Todos somos simbólicamente transexuales. Cicciolina, por ejemplo. ¿existe una encarnación más maravillosa del sexo, de la inocencia pornográfica del sexo? Ha sido enfrentada a Madona, virgen fruto del aerobic y de una estética glacial, desprovista de cualquier encanto y de cualquier sensualidad, androide musculado del que, precisamente por ello, se ha podido hacer un ídolo de síntesis. Pero ¿acaso Cicciolina no es también transexual? La larga cabellera platino, los senos sospechosamente torneados, las formas ideales de una muñeca hinchable, el erotismo liofilizado de cómic o de ciencia-ficción y, sobre todo, la exageración del discurso sexual…”[3]

En los retratos asexuados de Etem existe igualmente una indeterminación maliciosa en la constitución del humano como ser de goma, instrumento, que forma parte de esa “estética glacial” del mundo moderno, muy parecido a los protagonistas de Baudrillard, quien continúa:

“…el ectoplasma carnal que es Cicciolina coincide aquí con la nitroglicerina artificial de Madona, o con el encanto andrógino y frankesteriano de Michael Jackson. Todos ellos son mutantes, travestis, seres genéticamente barrocos cuyo look erótico oculta la indeterminación genérica. Todos son “gender-benders”, tránsfugas del sexo”[4]

Entonces, continuando con Baudrillard -sí para él- el hombre sentado frente a su televisor con la pantalla vacía en un día de huelga, será la mejor imagen de la antropología del siglo XX, para Etem, la antropología del siglo XXI es la del cavernícola solitario que lleva la televisión sobre sus hombros anexada como gran metáfora de la incorporación de la tecnología ya no solo como accesorio sino como extensión de sus propios órganos, y en este sentido se corresponde con todas las tesis del ser post-humano, tesis que proponen a los accesorios como las gafas, el marcapasos, los zapatos deportivos etc. como extensiones propias del cuerpo ya que nos facilitan ver mas lejos, saltar mas alto, etc. transfigurándonos en seres post-humanos.

Sin embargo, tenemos que tener claro que la fortaleza de estos retratos se encuentra menos en su estética, que en la similitud que ellos poseen con el hombre contemporáneo y su entorno (volcándose en la metáfora del mismo).

Entendido así, la urgencia del hombre actual –en el mundo contemporáneo- por estar siempre en constante avance se ha volcado en la absoluta pérdida de satisfacción ya que en el momento de la gratificación los logros pierden su atractivo en el mismo instante de la obtención de la recompensa, y en este sentido parafraseando a Nietzsche, no se pude -ser hombre- sin ser, o al menos intentar ser -superhombre-.

Continuando con el estudio diríamos que la fusión entre el humano consumidor y el objeto del consumo afirman la ideología propia del individuo cuando deja de ser ciudadano.

Como recordaremos, el nacimiento del “individuo” frente al del ciudadano surge a partir del “proyecto de individualización” que la sociedad moderna bajo la asignación de roles crea, desdibujando la figura de ciudadano y potenciando la figura de socio en un concepto que se re-significa a cada instante, lo que en palabras de Zygmunt Bauman nos diría: “la modernidad reemplaza la heteronomía del sustrato social determinante por la obligatoria y compulsiva autodeterminación. Esto es cierto respecto a la “individualización” durante toda la era moderna”. En tanto, el posicionamiento y la acción colectiva esta dada por los intereses comunes en el “ciudadano”, el cual se desintegra frente a la moderna figura del individuo, el cual a su vez parece que coloniza lo “publico” en favor de lo “privado”.

Entonces, en los retratos de Etem, el personaje solitario “individuo” pretende que se le despoje de todo rastro de colectividad, algo así como el comprador del centro comercial que estando rodeado de una multitud, su contacto con el colectivo es leve y superficial porque no puede distraer su único propósito el de “consumir”, sin embargo, en Etem el consumidor con el objeto de consumo son uno solo, entrando en la fase final del consumismo en donde el objeto mismo nos consume…

Hernán Pacurucu C.
Curador y crítico independiente




[1] Como nos dice Wikipedia: “Para la historia, la prosopografía fue desde la antigüedad una disciplina auxiliar cuyo objetivo era estudiar las biografías de una persona en tanto que miembro de un colectivo social, esto es, la vida pública de una persona. Se trata así de ver una categoría específica de la sociedad, estamento, oficio o rango social, por lo general las élites sociales o políticas.”
[2] Honoré Daumier, Jean-François Millet y Jules Breton, Jean-Louis-Ernest Meissonier, Henri Fantin-Latour, Thomas Couture, o Jean-Léon Gerome.
[3] Baudrillard Jean, La transparencia del mal, p 9, ed. Anagrama, Barcelona, 1990.
[4] Baudrillard Jean, La transparencia del mal, p 10, ed. Anagrama, Barcelona, 1990.


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